El nearshoring o desglobalización, que tan en boga se puso con la pandemia y la guerra, con los agudos problemas logísticos que se desencadenaron en el mundo, instaló indiscutidamente a México como uno de los mercados ganadores.
Su cercanía a Estados Unidos puso al país azteca como el lugar idóneo para mudar allí fábricas que proveyeran de piezas y partes e insumos a múltiples industrias para el mercado estadounidense.
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