Al despuntar el día, dos buques de Singapur y Hong Kong descargan contenedores en el puerto mexicano de Lázaro Cárdenas, una estructura colosal por el momento inmune al huracán desatado por la política arancelaria del presidente estadounidense, Donald Trump.
Esta terminal, en el oeste del país sobre la costa del Pacífico y cuyo tamaño equivale a 3,166 campos de fútbol, recibe y exporta miles de autos y millones de repuestos automotores, que Trump gravó con un 25 por ciento.
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