¿Cómo hacer fácil y sencillo el comercio para que todas las empresas, pequeñas, medianas y grandes, puedan participar en los mercados mundiales, sin que las autoridades pierdan el control de las operaciones, el cumplimiento de las normas, eviten el contrabando y se garantice el pago correcto de los aranceles?
Esta pregunta es la que tiene quebrándose la cabeza a dos de las instituciones mundiales más importantes en materia de comercio exterior: la Organización Mundial de Comercio, cuya agenda gira en torno a la facilitación del libre comercio, y a la Organización Mundial de Aduanas que busca un equilibrio entre esa facilitación y el control. El tema, por supuesto, lo viven día a día todas las autoridades del mundo que regulan el comercio de sus países. Y es que el reto no es nada sencillo.
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